viernes, 24 de mayo de 2013

Recobrando la fe

Pasar una tarde leyendo los mensajes de las muchas páginas de amigos de los perros a la que estoy suscrita en Facebook puede ser una enorme fuente de abatimiento. Mientras los perros dan muestra tras muestra de lealtad y amor por sus amos - esperándolos al lado de la pista donde fueron abandonados, tratando de ingresar una y otra vez a la casa que hasta hace poco era su hogar, permaneciendo al lado de sus cuerpos muertos aun cuando hayan sido delincuentes abatidos por la policía - no se puede decir lo mismo de una gran cantidad de personas.
Un día basta para enterarse de que los hombres cometemos contra los perros todas las atrocidades que cualquier mente, hasta la más desquiciada, pudiera imaginar. Ahí está el caso de los galgos en España por ejemplo: las hembras utilizadas como máquinas reproductoras, los machos entrenados brutalmente para correr y luego muertos de las maneras más inhumanas. O las miles de perritas que nunca han puesto una pata sobre el suelo pues han pasado sus vidas en una jaula produciendo camada tras camada de perros "de raza".
Y a nivel individual, los cientos de miles de perros abandonados cada año cuando se volvieron demasiado grandes, demasiado juguetones, una carga. Como si fueran un objeto sin sentimientos al que se le puede cambiar por un modelo más nuevo. O más perturbadoramente, los que son atacados a machetazos, violados con palos, quemados, ahorcados, muchas veces por sus propios dueños o luego de haber sido abandonados. Y los que viven amarrados. Los que no son alimentados. Los que fueron atropellados y nadie paró
¡Es una realidad casi insoportable! La crueldad de los hombres parece infinita hacia estos seres para quienes una caricia y un poco de comida es suficiente para entregarnos su cariño incondicional. ¿Cómo soportar otro día observando esa realidad?
Felizmente están los que ayudan. Infinidad de personas que han hecho de su trabajo, o de su pasión, la ayuda a estos perros que nacieron sin suerte. Quienes sin mayores medios económicos crean albergues. Quienes paran a recoger al perrito atropellado, al que parece perdido, al que está atado a un costado del camino. Quienes los llevan al veterinario sin pensar en lo que costará y a los veterinarios que los atienden sin preguntar quién pagará. Quienes se enfrentan a los que están maltratando a un perro sin pensar que se están comprando un problema ajeno o que pueden estar poniéndose en una situación de peligro. Quienes crean asociaciones y se desviven por ayudar. Quienes difunden las adopciones. Quienes adoptan, dan hogar temporal o apadrinan. Quienes donan alimento o dinero. Quienes donan su tiempo. Son esas personas las que me llevan a recobrar la fe.

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